En la provincia de Granada existen zonas elevadas muy áridas que se han ganado la fama por sus malas tierras. Una de ellas se extiende por el municipio de Castilléjar y Galera, rondando las 7.000 hectáreas. Se les conoce también como badland o barrancos y se dibujan por lo alto del cielo en afiladas cumbres. Estas montañas son el resultado de un proceso de erosión provocado por el descenso del agua en pendiente y la elevación del terreno.
Las características que lo convierten en casi un desierto es el suelo y el clima. Estos dos factores condicionan la difícil vida entre estas montañas. El pasado lacustre de la zona legó un suelo de sedimentos de yeso y cal. El clima se caracteriza por altas temperaturas en verano y heladas en invierno, además de precipitaciones estacionales y escasas. La vegatación que admite estas condiciones se reduce a atochas, retamas, boalagas, entre otros. Curoisamente en la parte de los barrancos que se encuentra hacia la Cueva de los Amos y la pedanía de los Olivos, la vegetación cambia milagrosamente a pinos, embelleciendo sus laderas.
Un sendero con el que poder atisbar el paisaje, lo podemos tomar desde la carretera principal que cruza el pueblo y que da paso a las cuevas el Moral. Subiendo por este camino asfaltado se debe torcer por el camino de piedras a la derecha. Solo queda disfrutar de las vistas del pueblo en el lado derecho, con un gran desnivel y el río al fondo. Hacia la izquierda se elevan los montones de montañas perdidas. Uno de los mejores miradores de Castilléjar.